sábado, 13 de agosto de 2011

Los jóvenes de la Puerta del Sol. Opinión de Antonia Bocero




Los jóvenes de la Puerta del Sol




Como ya tengo una edad, me permito comenzar estas líneas con el dicho popular de “No se pueden poner puertas al campo”, en clara alusión al movimiento social “Democracia Real Ya”, que estos días se manifiesta en diversas ciudades españolas para reclamar cambios políticos. Vemos que el movimiento está conformado, mayoritariamente, por jóvenes que están utilizando las redes sociales para estas convocatorias. No hay duda de que el poder de Internet es incalculable -lo saben bien las ‘no democracias’-: Internet ya no es una ventana abierta al mundo; es el mundo, y nos proporciona una visión real de lo que en él sucede en cada momento. Las consecuencias son numerosas, y una de ellas es que obliga -si escuchan- a nuestras democracias a realizar cambios profundos en el reparto del bienestar. En este sentido, además de la “revolución” que pueda llegar vía Internet, no creo que exista la panacea de lo inamovible, en la que tan a gusto se asienta el poder. ¿No se dan cuenta de que en el mundo hay mucho pobre entremezclado con una obscena ostentación de la riqueza?

Los de mi generación, cuando por fin pudimos atisbar la llegada de la democracia, tuvimos la sensación -tal y como estaban las cosas y los protagonistas encargados del asunto- de que todas las partes deberían ceder en sus criterios. Y así se hizo, y nos dimos en el 78 una buena Constitución; si bien, quedaron asuntos que, sinceramente, nunca parecieron justos. Uno de ellos fue la Ley Electoral, en la que se optó, como sabemos, por el método D´ Hondt, que claramente beneficiaba el bipartidismo, y la cual se aceptó por el bien de la Transición: por su estabilidad, se dijo.



Pero de ese momento histórico ha pasado mucho tiempo, y entre las reclamaciones de los jóvenes acampados en la Puerta del Sol -y ya en toda España- está el cambio de esa ley. Y es que no parece justo votar a quien no te apetece, para que tu voto no se quede, más o menos, en ‘nada’. En consecuencia, se observa desencanto entre muchos votantes, y demasiada precaución, por parte de los políticos, de que las cosas cambien en el sentido que solicitan los jóvenes de hoy; cuando al bipartidismo no le vendría mal este u otro elemento de tensión que animara la renovación interna de los dos grandes partidos.

A la juventud hay que escucharla: son el relevo, y ésta además –y en contra de lo que se opina de ella entre ciertos sectores-, pertenece a la generación mejor preparada que ha tenido España. Estos jóvenes han viajado y conocen el mundo de primera mano. Saben del lugar exacto del hambre y las injusticias. Tienen la fuerza de la juventud, se interesan por los derechos humanos, y no ignoran cómo les estamos entregando el planeta. Los he escuchado en la Puerta del Sol, en la plaza del Educador, y entre lo que piden está aquello que muchos reclamamos desde hace años a ‘sotto voce’ en cualquier reunión de amigos mientras tomamos un café. Ellos están dando la cara. No quieren ser “mercancía en manos de políticos y empresarios”; no quieren ser tratados como “meros elementos económicos”; etc. Hay que atenderles y elogiar que deseen aportar cambios a la sociedad.

 
Antonia Bocero nace en Córdoba. Es escritora y ejerce la Crítica de arte en La Voz de Almería. Sus dos últimos libros llevan por título “Creación y Trayectoria del grupo Indaliano” -un estudio sobre este grupo de pintores creado por Jesús de Perceval en los años 40-, y el poemario “Ángel de Guerra”, publicado por Ediciones Vitruvio.

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